DiscoverMás de uno | Noticias, actualidad y opinión con Carlos AlsinaAlsina señala la acérrima defensa de Pedro Sánchez al fiscal general: "Haría bien en taparse un poco"
Alsina señala la acérrima defensa de Pedro Sánchez al fiscal general: "Haría bien en taparse un poco"

Alsina señala la acérrima defensa de Pedro Sánchez al fiscal general: "Haría bien en taparse un poco"

Update: 2025-11-24
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Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. Érase una vez un hombre de cuarenta y seis años, cinco hijos, un trabajo mal pagado y deudas acumuladas que lo tenían asfixiado. Había publicado dos novelas muy apreciadas por la crítica y nada apreciadas por el público.

Su editor le dio un consejo: en lugar de escribir sobre los italianos emigrados a Estados Unidos, escribe sobre los italoamericanos mafiosos. Al público le interesan más los criminales que los hombres esforzados y honrados. El escritor aceptó el consejo y, dado que apenas nada sabía de la mafia y los mafiosos, tiró de imaginación, ideó personajes inspirados en Genovese y Costello, los adornó de liturgias, frases lapidarias y un apego inquebrantable a la familia y le salió 'El padrino', una suerte de arquetipo que acabaría siendo adoptado como modelo por los propios integrantes del crimen organizado.

Mario Puzo contó que cuando llamó a su madre para contarle que le iban a dar cuatrocientos mil dólares por los derechos para editar su novela como libro de bolsillo tuvo que repetírselo tres veces porque ella entendía siempre cuarenta mil. Y que cuando él, perseverante, le aclaró que no eran cuarenta sino cuatrocientos ella le dijo muy seria: "Si es tanto dinero, no se lo cuentes a nadie".

Puzo recibió después una llamada de su hermana: "Enhorabuena, me ha contado mamá que vendiste el libro por cuarenta mil dólares"."Cuarenta no, cuatrocientos". "Vaya, más enhorabuena entonces". Colgó a la hermana y llamó a la madre: "Mamá, ¿no entendiste que eran cuatrocientos mil?". "Hijo, claro que lo entendí, eres tú quien no me ha entendido a mí: cuando consigues tanto dinero es obligado mentir".

La madre era la columna familiar. La madre superiora de la congregación, que habría dicho Marta Ferrusola. Y según Puzo, era en ella en quien pensaba cada vez que escribía frases para Vito Corleone. Frases que acabarían siendo célebres. Como 'detrás de cada fortuna hay un crimen', o 'hay que tomarse cada negocio como un asunto personal', o 'tengo debilidad por mis hijos y sí, los he malcriado'.

Puede que lo que peor ha llevado la familia Pujol Ferrusola en los más de diez años que ha durado la investigación judicial sobre su forma de hacer dinero haya sido que se pronunciara la palabra familia a la siciliana. E imitando a don Vito. En dos horas comienza en la Audiencia Nacional, salón especial para macrojuicios, la vista del caso 'Corrupción en familia, presuntamente'.

¿Objetivo? Establecer si el patrimonio acumulado por los hijos de Pujol y su madre, que en paz descanse, fue fruto de la exitosa gestión de la herencia clandestina que el abuelo Florenci le dejó a su vástago Jordi o fue el resultado de cobrarle comisiones a media Humanidad por el amaño de contratos de la administración autonómica, es decir, mordidas camufladas como servicios de consultoría, un poco a la manera de Servinabar.

A Jordi Pujol i Soley, profeta del nacionalismo catalán, padre fundador de Convergencia y gobernante que disfrutó durante treinta años del trato casi reverencial de periodistas y medios catalanes, le empezó a buscar las cosquillas el gobierno de Rajoy utilizando a aquel grupo Villarejo que se dio en llamar la policía patriótica.

Utilizando a la ex novia del primogénito, Victoria Álvarez, y el procedimiento habitual de que un particular presentara una denuncia, se inició un procedimiento judicial del que este juicio de hoy es heredero. El comando Villarejo colocó en algunos medios versiones truchas del dinero de los Pujol en Suiza atribuyendo a Udef (policía nacional) supuestas conclusiones que dieron pie a la frase que hoy más se recuerda del muy honorable presidente.

Año 2013. Se había publicado un supuesto informe sin membrete que luego se dijo que era un borrador. Y cuando Susanna Griso le preguntó a Pujol por el papeluco soltó aquella pregunta que sería mal recordada ya para siempre. Nunca preguntó Pujol qué era la Udef, bien que lo sabía, sino qué era eso de la Udef, o sea, el borrador.

Veintitrés años gobernando y haciendo discursos para pasar a la historia por haber dicho qué coño es esto de la Udef. Así se escribe la historia. Las intoxicaciones patrióticas del comando Villarejo tuvieron un resultado inesperado: un año después Pujol admitiría que la familia tenía dinero fuera de España. En Suiza no, en Andorra. Julio de 2014.

Veintitrés años gobernando y haciendo discursos para pasar a la historia por haber dicho qué coño es esto de la Udef

Jordi Pujol emitió un comunicado sísmico: admitía que durante años había dispuesto de un dinero en el extranjero por el nunca había tributado. Lo atribuía a una herencia de su padre que éste quiso legar a sus siete nietos y su nuera. En treinta y dos años, decía, no se había encontrado el momento de regularizarlo y pagar los impuestos que correspondieran. Solo se habían decidido a hacerlo al aprobar el gobierno de Rajoy, 2012, un procedimiento para aflorar fortunas secretas, es decir, la llamada amnistía fiscal.

El mundo nacionalista, que para entonces ya estaba virando hacia el independentismo sin disimulo, tembló aquella tarde de julio. El icono se había desnudado él mismo. Autor, en el mejor de los casos, de una elusión fiscal de libro -ríete tú del novio de Ayuso, presuntamente-. Y autor, en la peor de las sospechas, de una estafa a los catalanes al hacer pasar por herencia del padre el dinero acumulado a base de comisiones ilícitas cobradas durante años por sus hijos.

Con razón dice la prensa catalana que esta vista que hoy comienza es el juicio al legado de Pujol. No al legado del abuelo Florenci, que hizo fortuna con el cambio de divisas, sino al legado de su hijo, padre de la Cataluña moderna. Cómo queda ante los ojos de la historia. Si como el gobernante que modernizó el país y le ganó por la mano a la histórica Esquerra Republicana aglutinando el nacionalismo (y el independentismo durmiente) en torno a su invencible liderazgo, o como el padrino de una familia entregada a la tarea de parasitar las contrataciones públicas.

Salvador Illa ya emitió sentencia el día que recibió con honores al evasor fiscal confeso en el intento de congraciarse con las cenizas de Convergencia y de rehabilitar al padre de la gran familia catalanista. Reconocer que tuvo, durante veintitrés años, el respaldo de la ciudadanía de Cataluña y diferenciar las cuestiones familiares (o sea, el fraude) de su labor como gobernante.

SI Ayuso ha escuchado este pasaje seguro que se habrá emocionado. El PP lleva treinta y cinco años, no veintitrés, recibiendo el respaldo de la ciudadanía madrileña, pero eso ni a Illa ni al PSOE le ha parecido nunca argumento para reconocerle nada.

En realidad, fue Pujol el primero que utilizó este argumento en su defensa. Y es argumento que da que pensar. Si él y Convergencia eran tan corruptos, todo el mundo lo sabía y aun así, el pueblo los prefería a ellos, qué habríamos de pensar de la oposición y del pueblo.

Y si hubiera sido tan corrupta, no habría aguantado tanto. ¿Seguro? La historia reciente de España, incluida, claro, Cataluña, está llena de ejemplos de partidos que habiendo acogido dirigentes corruptos, incluso muy corruptos, han aguantado bastante.

Encuentro, mano a mano, entre Sánchez y Otegi

La Moncloa dice, de momento, que no hay comentarios. Y el PSOE aún no dice nada. ¿De qué? Del mano a mano entre Pedro Sánchez y Arnaldo Otegi. No ha habido, en siete años y medio de amoroso pacto, y oficialmente, reunión alguna entre el líder del Partido Socialista y el líder, con antecedentes penales, eternizado al frente del conglomerado Bildu. Como con Puigdemont, con Otegi nunca se hizo Sánchez una foto.

El diario El Español publicó ayer que ambos se vieron, mano a mano, en mayo de 2018 en un caserío del País Vasco. ¿Motivo del viaje? Cerrar el acuerdo para la moción de censura que descabalgó a Rajoy. ¿Motivo de que nunca se informara de la negociación personalísima, si es que ésta, en efecto, se produjo? Se entiende que el mal efecto que una foto como ésa podría causar en buena parte del electorado socialista, en 2018 más reacio al pasteleo con los Otegis que en 2025.

Las dos crónicas que ayer publicó este diario sobre el asunto dan muchos detalles. Sánchez vuela con Cerdán hasta Bilbao y allí les espera, en un Toyota blanco, adivine quién: ¡exacto, Koldo! El conductor del que Sánchez habla ahora con distancia pero que estaba, según se ve, en todas las salsas. En el coche van los tres -tres eran tres- hasta el lugar de la cita orquestada por el amigo Antxón Servinabar Alonso.

Están tres horas y regresan no por Bilbao sino por otro aeropuerto. Después de ésa hay dos reuniones más, sin Sánchez, de Cerdán y Antxón con Otegi. Es encomiable que vayamos sabiendo más de cómo se gestó aquel hito de nuestra historia democrática que fue la primera moción de censura que prosperó en España. Y es menos encomiable que habiéndose escrito tanto sobre ella, a los protagonistas del hito se les haya pasado contar algunas cosas.

Si las reuniones fueron secretas y ahora hay tanto detalle de cómo llegaron hasta Otegi Cerdán y Sánchez -el modelo de coche, cómo iban sentados- es que ha empezado a hablar alguno de los participantes, que entiendo que, de ser todo como se cuenta ahí, será la mayor fuente de inquietud, ahora mismo, en casa Sánchez: quién ha empezado a rajar sobre aspectos no conocidos de las negociaciones para hacerle presidente. ¿Koldo, Antxón, Cerdán? Raro será que alguien no ande ya obsesionado con destap

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Carlos, Alsina